La conversión transforma el ser completo; no es sólo una reforma moral, una convicción doctrinal o un cambio de religión, es literalmente nacer de nuevo en el ámbito de la vida espiritual. Así como el nacimiento de un bebé es algo concreto y obvio, el nuevo nacimiento bíblico es algo real, lleno de evidencias. La conversión afecta la mente haciendo al convertido ver su pecado y refugiarse en Cristo con una fe evidente y real, haciendo que su voluntad se incline hacia Dios y su palabra como su primer interés, haciendo que sus sentimientos, deseos y deleites ya no dependan de las circunstancias sino de Dios, haciéndole temer más ofender a Dios que temerle al sufrimiento y a la muerte. La conversión también afecta el cuerpo y hace que este deje de ser un instrumento de injusticia y pecado y se convierta en un instrumento de la justicia, en un altar de adoración, en templo del Espíritu Santo. Los ojos, los oídos, la boca, las manos, los pies, y todos los miembros del cuerpo del convertido dejan de ser siervos del pecado se vuelven instrumentos de santidad. Así se manifiesta la conversión.
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El Pastor Víctor B. García fue ordenado al ministerio en 1980 y ha predicado la Palabra desde 1977. Es graduado en Literatura Inglesa de la Universidad Internacional de la Florida (FIU) y estudia una Maestría en Teología en Reformed Theological Seminary (RTS), Orlando, FL....